Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #37: Todo Infierno Tiene Su Paraíso

Los juristas, locutores y periodistas que critican la liberación de presuntos delincuentes (pero que nada dicen contra las averiguaciones previas mal integradas por las autoridades) opinan que la pena de muerte en México no aplica pues no acabaría con el crimen.

O sea, no se bañe pues se va a ensuciar después. Tan débil argumento insinúa que las mismas cárceles son inútiles pues tampoco han acabado con el crimen ni rehabilitado a nadie.

Todo mundo sabe que la pena de muerte no acabará con el crimen. Pero crímenes como el secuestro son en sí ejecuciones y deben pagar con su vida los criminales (incluidos roba-niños) por sus delitos, no para asustar a futuros pillos.

Alegan políticos y catedráticos que ejecutar criminales no es digno de países civilizados. ¿Ignoran acaso que de acuerdo a estudios hechos por diversas comisiones de Derechos Humanos las autoridades mexicanas

detienen, secuestran, torturan y matan ilegal y habitualmente a sospechosos?

Lo verdaderamente indigno en México es que las órdenes de aprehensión sean ejecutadas por bárbaros vestidos de policías que rompen puertas en vez de tocar, que destrozan y roban las casas de los arrestados y aterrorizan a sus familias, algo que no es requerido por las órdenes de arresto en si.

Luego muchos arrestados son llevados a "casas de seguridad" dónde son interrogados y torturados sin la presencia de abogados defensores. Y no hablar de la inmundicia en las cárceles mexicanas, dónde no hay ni los más elementales servicios para los arrestados en este ``país civilizado.'' ¿Dónde están los impuestos que pagamos?

Dicen algunas de las víctimas de secuestradores comunes que éstos no las golpean, lo cual quiere decir que esos criminales tienen más conciencia que los cuicos, ya que éstos torturan sin piedad a sospechosos sin que nadie ponga freno a sus abusos legales.

¿Piensan acaso los intelectuales mexicanos que los "arraigos domiciliarios" (secuestros dignos del más oscuro período político ruso)y las ejecuciones clandestinas a manos de cuicos si son aceptables?

Quizás el infierno de la criminalidad (con y sin uniforme) en México no se enfriaría si algunos pillos son ejecutados, pero es que la mera existencia de tanto mañoso es un insulto para la sociedad. Mucho ganaríamos con removerlos de este mundo, especialmente ahora que las fuerzas policíacas andan arrestando narcos y no tienen tiempo para proteger ciudadanos.

Alegan que las apelaciones de condenas a muerte costarían mucho más que encerrar a los pillos de por vida, pero no es cierto. ¿Cuánto cuesta al país encarcelar a cada matón durante cincuenta años en personal de seguridad, cárceles, atención médica, alimentación, etcétera?

¿O vamos a dejar que los delincuentes mueran de viejos encerrados y los niños mueran de hambre en la calle? Si no hay dinero (el gobierno dice no tenerlo) para dar comida a los pobres, menos debe haber para mantener asesinos y ladrones encerrados.

Una bala cuesta mucho menos y acaba rápido con el sufrimiento de los criminales y de las familias de sus víctimas. Cuando dos piedras chocan violentamente una romperá a la otra: mejor si se rompe la de los criminales y no la de los ciudadanos respetuosos de las leyes.

Desde luego que en Gobernación piensan ejecutar a los rebeldes si se aprueba la pena de muerte. Pero también muchos júniors de ministros, políticos y empresarios pagarían sus fechorías con un tiro en la cabeza.

No andan muy equivocados pues los ladinos al temer que sus familias y sus amigotes pasen por el paredón. El gobierno construyó Almoloya, terrible cárcel de alta seguridad y el hermanísimo Salinas terminó con sus huesos ahí, por lo cual no quieren vivir tragedias similares.

Pero aún si la seguridad pública en México es infernal, los ciudadanos deberíamos tener el paraíso de saber que sobre los matones existe la máxima retribución legal.

Hasta los mismos espíritus de las víctimas de los asesinos se regocijarían en el más allá sabiendo que sus verdugos tienen boleto de primera para enfrentar pronto al Juez de la Muerte en el otro mundo.

COMO MÉXICO NO HAY DOS:   Embravecidos, los dinosaurios de la clase alta exigen destripar vivo al secuestrador Arizmendi, de preferencia frente a las cámaras de Televisa.

El show sería sin cortes comerciales, me imagino. Y narrado por gente de Televisa como Ortega, tipo obsesionado por entrevistar delincuentes. O por Orvañanos el del fútbol, o por Morales el cotorro narrador de la lucha libre, pues lo mismo da.

Exigen ricachones y obispos en coro que ni Dios perdone al secuestrador. Son tan poderosos ellos que hasta se dan el lujo de aconsejar al Creador. Seguro que Dios ha de ser empleado de ellos.

Alguna de las poderosas cerveceras que tanto borracho han hecho en México y nunca donan nada para los necesitados pagaría los costos del espectáculo. Hasta regalarían cheves si el público asistente al ejemplar espectáculo de la muerte del asesino de millonarios aplaude con ganas su deceso forzado. O como en las campañas electorales, a lo mejor darían bolsitas de pan a los asistentes. O de palomitas.

Televisa se sintió obligada a transmitir el sombrío funeral del riquísimo empresario que fue la última víctima de Arizmendi (lo interceptaron y lo bajaron a la fuerza de su poderoso y lujoso Porshe alemán deportivo y cuando resistía el asalto lo balearon). Nadie le advirtió a la víctima que el dinero y las nalgas no se deben mostrar por la calle.

Pero no recuerdo que Ortega (y mucho menos Zabludovsky antes que el) haya sido igual de sensible y generoso con las familias de miles de humildes que han muerto descuartizados o quemados a manos de los inquisidores policíacos después de secuestrarlos a la luz del día y en público. No hubo la misma respetuosa transmisión en el funeral de, por ejemplo, el torturado que despedazó vivo la cuicada de Morelos.

Y es que los pobres no compran publicidad televisiva ni dan pachangas para invitar televisos.

Y Zedillo anda en las mismas: en truculenta conferencia de prensa escuchó quejarse a una acaudalada mujer que perdió a su hijo a manos de Arizmendi, pero no a la madre de alguna víctima de los cuicos. La primera mujer si le llegó al corazón, las segundas ni existen para el, pues son de clase humilde.

Para las desarrapadas víctimas de los feroces policías (sus cuerpos son usualmente arrojados en parajes solitarios porque los holgazanes cuicos, al contrario de Arizmendi, ni se molestan en enterrar a sus víctimas) no hay consultas populares acerca del castigo que merecen los secuestradores de placa y pistola.

Para autoridades criminales, la protección oficial y de los medios. Para sus víctimas, el silencio y la injusticia. Para éstas no hay encuestas, no hay discursos, no hay secretarios de Gobernación y procuradores dando huecas entrevistas a los medios, no hay convenencieros obispos anticristianos y olvidadizos de los mandamientos exigiendo la muerte para secuestradores.

Ni Zedillo se molesta ya en repetir que en este país no hay impunidad. Por algo será.

En fin, Arizmendi ya está enjaulado para alivio general. ¿Pero dónde están el procurador y gobernador de Morelos, el "capi" Miyazawa, y los miles de cuicos y sardos que han secuestrado y asesinado a gente pobre en muchos estados? ¿A cuántos ciudadanos han matado las autoridades en forma más vil y asquerosa que la que usaba Arizmendi? ¿Quién se lamenta de las mujeres y niños indígenas ejecutados por militares de un tiro en la cabeza y luego encostalados y tirados al mar desde aviones para evitar represalias de los familiares?

El atenuante del "mochaorejas" es la pobreza. ¿Cuál es el de las autoridades, en las que confiamos y a quienes pagamos?

Hace años el guardaespaldas de famoso funcionario que fungió durante la dinastía JLP denunció que el tipejo acostumbraba matar humildes transeúntes que pasaban a temprana hora por la calles capitalinas. Su modus operandi era balearlos desde la ventanilla de su lujoso automóvil mientras éste se desplazaba estratégicamente para darle todas las ventajas al cazador de indios.

Nadie se atrevió ni a interrogar al miserable, pues es prominente miembro del PRI, de los que ponen presidentes. ¿Cuál fue su excusa para utilizar seres humanos de tiro al blanco? ¿Es su crimen menos grave que el de Arizmendi?

¿Veremos algún día a ladrones, secuestradores y asesinos que gozan de nombramiento oficial frente al verdugo o cuando menos en prisión por "crimen organizado," o por "asociación delictuosa?"

Desgraciadamente, mientras gobiernen el PRI, el PRD y el PAN, yo creo que no. ¿Sabe por qué? Porque la clase gobernante se quedaría huérfana de sus más "honorables" miembros.

EL ARTE DE PEDIR LIMOSNA:   Como todo en China, los puntos finos de la ciencia de pedir limosna se transmiten de maestros a discípulos. Así ha sido siempre y así será.

Parece fácil pedir dinero, pero la calle es un auténtico campo de batalla dónde unicamente los listos sobreviven. El otro día los medios nos informaban que en España un hombre se enfadó y apuñaló a un mendigo que le pedía unas monedas en la calle, y a otro más le prendieron fuego unos chavos nomás por verlo saltar de dolor.

(No me extraña. Por aquí hay muchos a los que la España cañí vuelve locos. Pero un país que produce un asesino (Hernán Cortés) que les cercena las manos a medio centenar de enviados aztecas que lo reciben con fabulosos regalos y mensajes de bienvenida y buena voluntad mandados por su emperador (Moctezuma), a mí francamente me produce enchinamiento de piel únicamente).

Pero bueno. Pedir limosna es peligroso en cualquier pais.

Si no le queda a usted ni negocio, ni trabajo, ni siquiera capital para vender camotes en una caja de cartón por la calle debido a que Zedillo, Gurría y Ortiz nos endeudaron hasta el banderín con lo del Fobaproa y otros desfalcos, prepárese. Tarde o temprano les tendrá que dar la bienvenida a los turistas con la palma de la mano extendida cara arriba (pero si son españoles ni se le ocurra sacarla por que ya le avisé las que hacen con las manos de la indiada).

Por lo tanto, y sin que sienta usted obligación de mocharse conmigo por estos tips, aquí le van unos secretillos de como pedir limosna con estilacho y evitar al mismo tiempo que uno o dos transeúntes ofendidos lo cosan a cuchilladas a media calle.

Uno:   Para colectar su limosna el pediche, o limosnero, debe ser modosito y observar buena conducta. El principio más importante es dejar el garrote en casa y nunca portarse como recaudador de impuestos. Hay que tener actitud humilde al pedir donaciones porque a nadie le cae bien un limosnero altanero.

Dos:   Los que viven en la calle tienen que escoger entre robar y pedir limosna para poder comer al menos una vez al día, pero es preferible limosnear que robar.

Tres:   A pesar de su apariencia desarrapada, muchos limosneros logran vivir decentemente, aunque los más tienen que pretender sufrir pestilentes llagas y otros defectos físicos y hasta usar a sus hijos para despertar compasión en la gente.

Cuatro:   Para durar en este negocio hay que tener el pellejo duro a las humillaciones, hacer de tripas corazón, y aguantar o hacer concha a las burlas de los malvados o a las corretizas de los cuicos. El tímido o hipersensible nunca hará dinero en este campo de las finanzas: hay que saber aguantar los desprecios de la gente con humildad y elegancia.

Cinco:   Sumado a lo anterior, el limosnero de éxito desarrolla su propio método y trucos. Secretos del oficio pues, que se cuidará muy bien de no revelar a extraños. Por ejemplo. Hay que saber dónde y cuando pedir limosna y ser necio con los que puedan tirarle unos pesillos, pero sin enfadarlos.

Seis:   Si entra a pedir a un restaurant concurrido o se pone afuerita de negocio lujoso, los dueños le darán unos pesillos con tal de que se largue a moler a otro lado con sus andrajos.

Siete:   El limosnero profesional tiene que saber distinguir a la primera ojeada que clase de persona es el cliente al verlo caminar por la banqueta, pues unos ayudan a los limosneros por generosidad, otros con tal de no verlos enfrente de su camino, y otros lo hacen sólo para parecer caritativos a los ojos de los amigos o de la novia.

Ocho:   Hay un tipo de parejas que da limosna y otro que no da ni cinco, pero los grupos siempre dan más que las personas que caminan solas.

Nueve:   Recuerde que hay cierta gente que nunca da limosnas: ni se moleste en pedirle socorro a curas, cuicos, periodistas, estudiantes y soldados, pues esta gente pretende ser pobre y les gusta más pedir dinero que darlo.

Díez:   Aún pidiendo limosnas aplica el principio de la reciprocidad. No espere (como los curas) que el público le lance monedas a su sombrero a cambio de verle su mugrosa y maloliente presencia más un desganado "Dios se lo pague." !No señor! Rásquele las tripas a una guitarra o violín, báilese un zapateado, camine de manos por la banqueta, cánteles un corrido o éche maromas, pero déles algo a cambio.

Once:   Si pone estos principios en práctica y ni así le dan limosnas, no se desanime. Sacúdase el polvo de los huaraches y sin ver pa'tras váyase al pueblo o villorrio vecino y ahí empiece otra vez todo el teatro.

Punto Final:   Si usted, señor priísta, panista o perredista, esta ahorita tirado en el sofá leyendo esto con la pancita llena, fumando un puro y paladeándose un coñac pensando que usted jamás necesitará estos principios, recapacite. Es difícil saber todo lo que el futuro nos depara pero se avecinan tiempos negros para el país. Recorte este papelito y métalo a su abultada cartera. A lo mejor un día agradecerá esta afortunada precaución.

NUESTRO FÚTBOL:   Para los que creen que México es un país "con cultura" les recomiendo ver los partidos de fútbol del equipo Santos transmitidos desde la Comarca Lagunera, al parecer habitada por bestias de dos patas y vestidos de gente.

Como en escenas sacadas de la edad de piedra, la televisión transmite internacionalmente imágenes de la multitud lagunera arremolinada y tirando toda clase de objetos y líquidos malolientes a los jugadores visitantes por encima de los cascos de los policias.

Ni en el zoológico es posible ver a simios haciendo actos similares, pues ellos superaron ya esa etapa evolucionaria, mientras que los neandertales laguneros han retrocedido. Ni siquiera piensan los primates en la imagen ruinosa del país que dan a otros al extranjero, pues su escasa materia gris no les da para tanto.

Y Relaciones Exteriores (le apuesto a que la Green ni siquiera sabe que esto le concierne a su ministerio) y las autoridades locales y las de fútbol nacional, e incluso los altos mandos de la cadena de televisión que transmite estos aquelarres, ¿qué hacen para poner un alto esto? Nada, y nadie les ha dicho que deban hacer algo. Ellos andan buscando como hacerse ricos a costa del nombre del país.

Pero la próxima vez que usted platique con amigos americanos y piense decirles que tienen "un país sin cultura" por no tener pirámides enlamadas ni aborígenes chamulas danzando por unos pesos en el Zócalo capitalino, absténgase: le podrían tapar la boca enseñándole un video de un juego del Santos.

CUCHILLITO DE PALO: Amenazan los obispos al rebaño político diciéndoles que cuando venga, el Papa se va a referir a lo de Chiapas.

¿Pero por qué cuando viene el Dalai Lama a México Gobernación es muy estricta y le prohíbe que hable de política, mientras el Papa y sus curas si pueden hablar aquí de los problemas políticos de México?

¿Le tienen miedo Labastida, la Green y Zedillo al Papa? De cualquier manera se comprueba que México es un país con leyes que el gobierno es el primero en desechar y hacer lo que se le pegue en gana. Igualito que en Israel y en Africa.

Síganle rascando, señores curas y políticos, a ver que sale.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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Copyright © 1998, Francisco J. Vargas