Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #215: El Imperio Del Mal Nos Ataca De Nuevo

Genocidio Cultural: Curas y gobernantes ladinos dieron otra vuelta a la tuerca de la habitual represión contra nativos mexicanos que tan bien les sale a los malditos. Desde que en mala hora horadaron con sus apestosas patas estos lares, los espanholes de allá y los criollos de aquí no han hecho más que robarnos a los mexicanos nuestras tierras, nuestro oro y petróleo, nuestras religiones, nuestras lenguas y dialectos, y ahora que el PAN mocho y chupa-sangre ha llegado a la Presidencia intentan robarnos hasta nuestra historia. La identidad desde hace tiempo nos la han escamoteado los discriminadores ladinos (como la India María) haciéndola "de inditos" mexicanos en películas y televisión.

Hijos de puta...

El último asalto cultural contra la indiada tricolor se inició a principios de año, cuando la Secretaría de la (mala)Educación Pública anunció un proyecto (originado indudablemente en el triángulo maligno que controla este país y el resto de Latinoamérica (Espanha-Israel-El Vaticano) para que oficialmente a partir del año entrante (porque en la práctica ya se lleva a cabo) las secundarias (grados 6-7-8) supriman la enseñanza de las culturas nacionales pre-hispánicas, especialmente las de los mayas, aztecas, toltecas, olmecas, zapotecas y mixtecas.

Buscan así el Imperio del Mal (charros negros, banqueros y gobernantes judíos) reprimir sicológicamente aún más al mexicano no ladino. ¿El objetivo? Que los conquistados adoren y obedezcan sin chistar únicamente al hombre blanco gachupín y judío en el poder. Por eso de ahora en adelante los escolares estudiarán solamente la historia de los últimos cinco siglos, desde la llegada del genocida espanhol Hernán Cortés hasta la ascensión al poder del maligno encomendero de indios y presidente gachupín-mocho, Mariquita Fox. ¿La excusa para tal barbaridad cultural? Ah, pues que dizque porque Cortés nos trajo la "civilización" espanhola y Vicente Fox supuestamente representa "el cambio político del sistema de partido oficial al sistema de partidos (juar, juar, juar), dando al traste con la pobreza y marginación (?)."

¡Hágame el cabrón favor!

Pero eso no es todo. Para terminar de atarantar a la mexicanada (¿más?) y seamos fáciles de mangonear por curas y gobernantes gachupines, seguramente por órdenes de los charros negros (léase el pervertidor de menores Marcial Maciel, capo indiscutible de los Legionarios de Cristo) y de su pelele Marta-del-Fox, se reducirá el número de materias de aprendizaje escolar de 34 a 24. Las aulas serán, más de lo que ya son, auténticas fábricas de asnos vestidos para gloria del reino espanhol. Me imagino que el Imperio del Mal intentará introducir luego, en las escuelas públicas, la instrucción del catecismo. Al fin que otro de los peleles del Vaticano en el Gobierno, el ladino traidor a la patria y secretario de Gobernación, Santiago Pinocho Creel, ya avisó hace meses que tal marranada educativa sería posible bajo el tramposo rubro de "valores universales". (Valores universales, o sea güevos, es lo que nos faltan a los mexicanos para poner fin a tantas barbaridades de los ladinos.)

Pero no se asusten, mis valientes hacedores de rituales. Nos cambiarán la historia los gachupines, pero la cara cuándo. Imposible tapar el verdadero origen de noventa millones de indígenas y mestizos mexicanos cuya patria es México, no la méndiga Espanha. La información es poder, y cada vez sabemos más.

Así que recordemos, aunque sea de pasadita, cómo estuvo la cosa de los habitantes prehispánicos en este país y por qué no es posible que echemos al olvido nuestros orígenes raciales manque los pinches judíos busquen escondérnoslos cada vez más. Aquí en México la única raza suprema somos nosotros, no los conquistadores. Si los ladinos han llegado hasta donde están, es únicamente porque con la criminal complicidad de la avariciosa Igle$ia y de Televisa han apendejado a nuestros niños.

En fin.

El relato siguiente cabe en una cascarita de nuez, pa'que vea usted que a veces (no muchas) paga no haber ido a la escuela (cuentan que terminé la primaria, pero yo mismo lo dudo). Usted nomás no se crea los gusarapientos embustes que el pretencioso "narrador" gachupín achichincle de Cortés, Bernal Díaz del Castillo, escribió sobre los antiguos mexicanos. La historia de las guerras, dice la estrategia, la escriben los vencedores. La historia de México, en consecuencia, es una sartas de embustes justificando genocidios y otras atrocidades bestiales e innombrables cometidas por los invasores ibéricos. Todos los "historiadores mexicanos," de Díaz del Castillo a Enrique Krauze, han sido judíos embusteros y racistas cuyo origen étnico ni es mexicano ni sirve a nuestros intereses, sino a los de Espanha.

Por ejemplo. ¿Usted creé que la historia sobre la actual invasión a Irak, escrita por los ejércitos aliados occidentales, es verdadera y no torcida a favor de los victoriosos? Digo. Si durante las guerras del siglo XX se escribieron y escriben las mayores mentiras militares a pesar del extenso poder mediatico de corroboración casi instantáneo, imagínese cómo estarían las cosas hace quinientos años. ¿Quién iba a discutirle en aquélla época sus mentirosas crónicas a Díaz del Castillo? Ni modo que sus víctimas.

¿Qué porcentaje de credibilidad se merecen entonces los cronistas de cabecera de los conquistadores, en cualquier época? Y ya que estamos en esas, ¿qué grado de credibilidad tiene la prensa mexicana actual? ¿O los noticieros televisados? Si los medios de información ladinos nos mintieron y encubrieron las masacres de campesinos y estudiantes descontentos con el Gobierno a manos de los "honorables" changos verdes militares durante la guerra sucia de hace unas décadas, encubriendo voluntariamente a sus hermanos étnicos en el poder, ¿qué se puede esperar realmente de tales medios hoy?

La conclusión es que la actual manipulación de información está tan subordinada al Poder, como lo estuvo en su tiempo el taimado "historiador" Bernal Díaz del Castillo a Hernán Cortés. Porque para justificar el genocidio espanhol durante la Conquista, el falso y cínico escribano nos puso a los nativos, en sus tergiversadas "crónicas," como lazo de cochino.

El abominable Díaz del Castillo narra que dizque sacrificábamos en templos a los vencidos en combate (por lo visto los gachupines, aparte de los cientos de millones de nativos asesinados por ellos en toda América, nunca han sacrificado a nadie); narra que dizque teníamos religiones crueles (el cristianismo, por supuesto, es extraordinariamente benévolo ya que únicamente ha propiciado las mayores matanzas de gente en toda la historia de la humanidad, sin contar a los herejes quemados vivos por los obispos vaticanos durante la "Santa" Inquisición en aras de santamente propagar "la verdad"); narra que dizque éramos "salvajes" (aunque nuestras ciudades estaban mejor planeadas y cuidadas que las espanholas de la época y teníamos nuestra propia medicina, literatura escrita y varias ciencias, así que nomás los estábamos esperando a ellos para que nos destruyeran todo lo bueno e hicieran un cochinero "civilizado" de México, quemándonos nuestros maravillosos anales codificados a cambio de su puto Don Quijote); narra que dizque por no ser europeos, ni blancos, ni católicos no teníamos alma (mejor no tener alma, digo yo, que tenerla similar a la de los bárbaros marranos espanholes)...y un sin fin de defectos más que hicieran a los conquistadores sentirse bien al matar a millones de personas nomás para robarles oro y tierras. Mentiras y exageraciones todas, escritas por el "historiador" gachupín para justificar la carroñera naturaleza de chacales de los invasores espanholes.

Como gato echando tierra a su hedionda mierda, Díaz del Castillo intentó infructuosamente tapar y exonerar ante los ojos de la futura y verdadera historia la bestial conducta genocida espanhola en México. Pero no hay secretos.

Sépanlo todos, pues: Mucho antes de la llegada de los animales vestidos espanholes a México, América entera estaba poblada de innumerables pueblos. Desde lo que hoy es Alaska hasta la Patagonia, la diversidad de etnias era realmente sorprendente. Probablemente este continente ya tenía habitantes desde hace seis o más milenios.

Sabemos también que mucho antes de los espanholes, los chinos ya habían arribado por mar a las costas de muchos países americanos, incluyendo México. Es absolutamente posible que Quetzalcóatl-Kukulcan (serpiente emplumada) haya sido un viajero chino, pues en las pirámides de Teotihuacán hay tumbas con personajes de origen cien por ciento chino. Yo mismo vi en China, hace poco más de tres décadas, un ritual militar de la serpiente emplumada mencionada en los pueblos del México antiguo. Es decir, civilización no nos trajeron los gachupines como alegan, puesto que ya nos había llegado la cultura del mismo lugar de donde los mismos espanholes la aprendían: de China. Los que nos trajeron los espanholes fue únicamente explotación inhumana, genocidios, miseria y muerte.

Ahora bien. Nos identificamos los diferentes pueblos indios de México con los aztecas porque ellos fueron quienes por su exaltada posición militar, económica y religiosa pudieron haber derrotado militarmente al chacal Hernán Cortés y pandilla. Al no hacerlo por confundirlo con el legendario extranjero Quetzalcóatl, dieron pie para que los invasores blancos los sometieran brutalmente y se afianzaran después por todo el país, destrozando y exterminando a casi todos los grupos indígenas en lo que hoy es México.

Ejemplo: El grupo indígena del que yo soy descendiente, aunque actualmente mestizo en alto grado, no es tribalmente hablando de origen azteca, pero racialmente somos iguales a los indígenas del altiplano. Por eso nosotros y la mayoría de grupos indígenas tomamos los símbolos aztecas como propios para explicar nuestra identidad racial, de otra manera nunca terminaríamos de mencionar cada tribu en cada estado del país. Pero a nosotros como grupo nos fue igual de mal que a los aztecas frente a los invasores gachupines, pues lo que les hicieron militarmente a los aztecas se lo hicieron después a los demás pueblos. Nuestro enemigo común y único es entonces el rebaño de gachupines genocidas.

Todo lo que apeste a Espanha es venenoso para nosotros. No importa si son curas, médicos, militares, diputados, jueces, senadores, policías, televisos y teveaztecos, periodiqueros, locutores, mercaderes, actores, gobernantes, artistas o maestros. México no es país de una nacionalidad sino de dos: ellos y nosotros. Ni somos iguales a ellos ni deseamos serlo, pero tampoco ganamos nada negándonos a ver la realidad y escondiendo la cabeza en un hoyo. Estamos divididos los mexicanos entre vencidos y vencedores, pero los nativos tenemos que estar conscientes de quiénes somos.

Bien. ¿Quiénes fueron los aztecas que inicialmente enfrentaron a Cortés y su banda de carniceros en armadura, y que ahora los gachupines del PAN quieren desaparecer de nuestra historia?

Mi respuesta no es totalmente definitiva, dado que Espanha y El Vaticano, cómplices en el cruel saqueo, se han dedicado durante cinco siglos a destruir sistemáticamente todo vestigio de información sobre los orígenes, tradiciones y conocimiento de los indígenas mexicanos en general, buscando erradicar valores nacionalistas que aglutinen militarmente a los indígenas en busca de la liberación final del yugo gachupín. Por eso es que casi nada sabemos ya de nuestro pasado. Nos ha sido impuesto a sangre y fuego el lenguaje gachupín, la religión cristiana y la educación retrógrada de Espanha para mantenernos ignorantes e hincados. Para explotarnos impunemente, nos educan lo menos posible.

(El que todavía haya indígenas y mestizos que hincados besen las pestilentes manos a los curas y teman irracionalmente a los ladinos en el poder, habla del masoquismo que ha desarrollado nuestra raza, pero principalmente del buen trabajo de los ladinos para fabricar imbéciles pastoreados implacablemente por curas, maestros y autoridades. Somos un pueblo ocupado militarmente porque ni el Magisterio ni la Igle$ia cumplen con su función natural y sus representantes son traidores a la patria por ser marionetas de Espanha. Esa es la realidad, lo demás es puro cuento.)

Sin embargo, por fragmentos de información diseminados en bibliotecas de diferentes países primermundistas, sabemos que a principios del siglo XIV prácticamente todos los pueblos indígenas en México estaban asentados y los grupos desplazados eran escasos. (Para aprender nuestra historia y no propaganda ladina, es menester hurgar en bibliotecas de universidades extranjeras. A mí en particular me seducen las inglesas y las gringas [hablo de bibliotecas] por lo bien surtidas de buenos libros sobre el México pre-colombino.)

Aconteció pues que en los albores del siglo catorce apareció en Chapultepec una tribu de indígenas nómadas y peleoneros a más no poder. Sin casa ni petate donde dormir pero bien armados, andaban de un lado a otro como huérfanos.

¿De dónde llegaron los aztecas a Chapultepec, más allá de que arribaron por el norte? Pues quién sabe, porque aunque masticaban bien el nahuatl, ellos nomás dijeron que venían de un misterioso y lejano lugar llamado Siete Cavernas y ni quién les sacara más información. Se piensa que estuvieron ligados a los toltecas, y de seguro estuvieron temporalmente en Michoacán. Así que todavía estamos deshojando la margarita sobre el asunto del origen étnico de los aztecas.

Lo primero que hicieron los aztecas al llegar a Chapultepec fue guerrear con los locales, pero su líder militar, un omni-rijoso azteca llamado Huitzilhuitl, fue capturado y ejecutado. Derrotados, se asentaron en Atizapán, pero al poco tiempo los echaron del lugar por no aceptar ser vasallos de pueblos más fuertes en el aspecto militar. Los aztecas eran cabeza, no cola.

Fue entonces que su guía religioso Tenoch (nombre cuyo significado es nopal sobre una roca), reveló una profecía recibida de sus dioses: debían fundar su próxima ciudad en el lugar donde vieran a una águila sobre un nopal sosteniendo a una serpiente con una de sus garras. Los aztecas peregrinaron por varios lugares hasta llegar en 1325 al entonces muy transparente altiplano. Ahí solicitaron de los habitantes, y recibieron, una islita enmedio de un lago. Era el lugar donde habían visto el símbolo descrito en la profecía.

En esa área, ellos y una que otra tribu aliada que los acompañaba se aposentaron. No contaban con más capital ni posesiones que su ingenio y sus tácticas de guerra. Pronto transformaron la islita en una villa cuyo templo principal estaba dedicado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, y luego en la fabulosa ciudad flotante de 300,000 habitantes que llamaron Tenochtitlán en honor de su sacerdote y que tanto maravilló a los espanholes a su llegada a México, pues decían que no había ciudad igual en la Península. (Y aún así nos llamaron "incivilizados" los muy cabrones, ellos que malignamente introdujeron la viruela a México como arma militar para diezmar indios por millones. Horrorizados por su propio crimen, los espanholes han tratado desde entonces de propalar la mentira de que la viruela fue introducida accidentalmente por un negro enfermo perteneciente a las tropas de Narváez. Cómo no...)

En menos que canta un gallo, o sea en menos de dos siglos, ya habían levantado el glorioso y militarista Imperio Azteca que se extendía hasta la frontera de lo que hoy es Guatemala. (Qué talibán ni que ojo de hacha, estos cuates aztecas fueron auténticos terroristas de su época...y en taparabo.)

Sin entrar en detalles, baste decir que para cuando Cortés llegó a México durante el reinado de Moctezuma Dos (cuyo escudo imperial era una águila sometiendo a un tigre con sus garras), la sociedad azteca estaba tan establecida como cualquiera de Europa, pero con marcadas diferencias culturales. No teníamos nada que pedirles a los hombres blancos en nada. Al contrario, en muchas cosas, especialmente en medicina (conocíamos la anestesia) y astronomía, eran inferiores a los mexicanos. En lo que nos superaban claramente fue en avaricia, salvajismo y armamento militar. Y si nosotros teníamos dioses peores que los de los espanholes, ese no era negocio que les debió importar a ellos.

El resto, es decir el genocidio que los judíos espanholes perpetraron en toda Latinoamérica, es Historia aunque no les guste. Ni la Biblia ni El Quijote borrarán jamás el mayor crimen contra la humanidad cometido por espanholes y frailes vaticanos.

Mucho menos se olvidará solamente porque ya no lo enseñen en las escuelas mexicanas.


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* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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