Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #170: Hincados Una Vez, Hincados Para Siempre

El enemigo extranjero más poderoso, destructor y agazapado que tenemos los nativos y mestizos mexicanos no son los gringos, es la Iglesia Católica. Por eso empezaremos este artículo por el final, afirmando que para los mexicanos el clero católico es la raíz de todos nuestros males. Y punto.

Cuando una enfermedad letal azota al cuerpo, el primer consejo médico es tratar de sacar el mal de raíz, a cualquier costo. Igualmente, los mexicanos sufrimos de un mal terminal llamado Iglesia católica, enfermedad que hay que atacar y conquistar sin demora hasta que la erradiquemos completamente de nuestra identidad nacional. Así nos cueste un siglo, o dos.

No debiéramos permitir pues que nuestros hijos se contagien de el mal llamado catolicismo. Porque mientras la Iglesia le tenga puesta la pata en el cuello a los mexicanos, los gobernantes seguirán saqueando al pueblo sin temor alguno, y los changos verdes del genocida Ejército mexicano seguirán secuestrando, torturando y exterminando indígenas y campesinos ilegalmente, sin provocación alguna, y sin temor a represalias por parte de los familiares de sus víctimas, mucho menos del pueblo en general.

Porque resulta que la sumisión mental del mexicano no-ladino ante los conquistadores gachupines soterrados en Gobierno, Iglesia y Ejército, no es casualidad. Mucho menos es obra total del Magisterio traidor a su propia obligación de desterrar la ignorancia de los niños mexicanos. No. La escalofriante y vergonzante docilidad del mexicano ante el grupo étnico ladino en el poder nos es subliminalmente inculcada desde la niñez por los insidiosos y perversos charros negros vaticanos. Nótese que los curas no tienen ética ninguna en su tarea de someter mentalmente a los mexicanos, por eso utilizan hasta padres de familia para hacerle al Vaticano el trabajo sucio de obligar a los niños a ir a la iglesia desde antes que tengan uso de razón. El objetivo es acostumbrar al niño desde temprana edad a que se hinque a la primer provocación y las más veces que se pueda, factor esencial en el lavado de cerebro religioso que los curas romanos disfrazados de mexicanos imponen a nuestro pueblo.

Sucede que ni religiosa ni civilmente hay obligación de que los mexicanos acudan a misas diarias ni semanales, ni tampoco de rezar rosarios, pues para eso está el altar casero (las instrucciones y función exacta del altar casero viene ampliamente explicado en mi libro "Ocultismo Chino"). Si acaso, la presencia de sacerdotes católicos (y reverendos cristianos) es útil y tolerable en bautizos, bodas, rituales funerales, y en alguna que otra fiesta religiosa.

Pero si la indiada no abarrotara las iglesias, entonces no habría mucha colecta de limosnas, ni tampoco oportunidad de lavarles el cerebro a los católicos para que sean dóciles a los deseos de los gobernantes. Es decir, el Clero no tendría nada que ofrecer al Gobierno a cambio de jugosos subsidios, total impunidad legal para crímenes de curas, y privilegios varios que recibe puntualmente en pago por mantener manso al rebaño nada sagrado de nativos. (aparte están las valiosísimas concesiones [en todos sentidos] de comunicaciones que Fox les está otorgando bajita la mano). Por eso durante la misa el devoto es sutilmente obligado con artimañas tales como tintineo de campanitas, confesiones, comulgadas, levantadas de la cruz a mitad de la misa, bendiciones a granel, besamanos, pasajes "misteriosos," y otras triquiñuelas, para que constantemente se esté hincando, levantando e hincando otra vez. Así ha sido por cinco siglos. Con decirle que hoy basta que el charro negro que está oficiando la misa simplemente levante el cáliz para que la cabizbaja indiada se arroje violentamente al suelo de rodillas dándose golpes de pecho musitando patéticamente, "Por mi culpa, por mi culpa, por mi pinche culpa..."

Pero...culpa de qué? Pos sabe, tú.

Si no fuera tan criminal y patético el circo religioso católico, mejor daría risa de tan grotesco. Desgraciadamente, quinientos años hincando indios en "Iberoamérica" son testigos de lo efectivo del método católico para someter brutalmente a los conquistados, pues hasta donde yo se nunca ha habido un movimiento indígena real de independencia buscando derrocar a los gachupines que mangonean México desde la llegada del monstruoso genocida Hernán Cortés a nuestras costas.

Claro que, desde tiempos de Hernán Cortés hasta hoy mismo, algunos indígenas sin sombrero, con el coco demasiado asoleado y el cerebro tierno, han intentado por aquí y por allá levantarse (sin estrategia alguna ni armas, excepto muchos güevos y alguna media docena de machetes o fusiles), contra los explotadores de México. Se les agradece la intención, desde luego, pero así les ha ido a los benditos. Si lo dudan, pregúntenle (cuándo los vean) al emperador Cuauhtémoc, a Emiliano Zapata, a Lucio Cabañas, a Jaramillo (nomás no le pregunten al subcomandante Marcos, porque ése es ladino y su movimiento "revolucionario" es un engaño a la indiada). Todos los independentistas mexicanos que han intentado sacudirse el yugo gachupín (con tan pocos seguidores cada uno que no se hacían con ellos dos equipos de fútbol), fueron totalmente masacrados con todo y familias por generalotes verdes ladinos, chalanes militares al servicio incondicional de los gobernantes (quienes les pagan puntualmente sus salarios, sobornos y pensiones, aunque sea con nuestro dinero).

Si. Así como se lo cuento. Los auténticos revolucionarios mexicanos con nacionalismo, audacia, (y otra cosita) pero con pocas neuronas, han terminado torturados, quemados y colgados de los pies, o simplemente cosidos a balazos junto con sus familias (incluyendo a niños de cuna) por nuestros valerosos y heroicos changos verdes del Genocida Ejército nacional, y luego lanzados en costales al mar para que nadie les lleve flores a sus tumbas. Ah, y humillados además por los generalotes verdes con el despectivo calificativo de "alzados." Aunque en eso de "alzados" si tienen razón los generalotes verdes, pa'que vea. Porque solamente un loco o un inconsciente, digamos como Lucio Cabañas, intenta hacerse con puros mecates y palitos una escalera hasta el Cielo.

La realidad es que para intentar una revolución es necesario contar con muchos miles de simpatizantes, no con un triste pelotón. Pero nunca ha sido posible (hasta ahorita) encontrar en México miles de simpatizantes de líderes revolucionarios, pues la mexicanada anda demasiado ocupada hincándose en las iglesias, dándose golpes de pecho, y besándoles sus cochinas manos a los curras. Pero así es mi tierra, y ni hablar. Aquí nuestros "machos" andan ensartando putos (o dejándose ensartar), alcoholizados hasta la estupidez cantando canciones de borrachos, y golpeando mujeres. Como México no hay dos, ¿verdad?

Porque la historia mexicana (la verdadera, no la que escriben Enrique Krauze y demás pseudo-historiadores ladinos a cambio de puñados de dólares lanzados desde Los Pinos), nos dice que la "Independencia" que celebramos estúpidamente cada septiembre-16 estuvo liderada por un criollo mujeriego y encomendero de nombre Miguel Hidalgo, cura de pilón, y asociado a otros empresarios criollos buscando no darle más tajadas del pastel de la Conquista a Espanha. Sáquele usted cuentas entonces qué tan independista fue el sangriento (para nosotros) movimiento armado. Con decirle que a la indiada nos ha ido peor después con los criollos "ganadores," que con los gachupines ibéricos que hasta antes de la "independencia" esclavizaban alegremente a la indiada.

En esencia pues, el sub Marcos es otro cura Hidalgo en eso de alebrestar indios, pero trabajando secretamente para el Gobierno y para la Iglesia. De lo contrario el Ejército ya lo hubiera evaporado junto con su apestosa gorra de luchador enmascarado tercermundista.

Movimientos armados van y vienen, y la Iglesia no quiere saber si los reyecitos mexicanos del momento son de Iberia o son nacidos aquí, siempre y cuando sean ladinos y estén dispuestos a mocharse con los curas. Mientras el Vaticano reciba regularmente su tajada del Gobierno mexicano por doblegar sicológicamente a la indiada con la religión, los curas continuarán con su incansable labor de lavarle el cerebro a los feligreses nativos. Por eso el Gran Caca Fox les tiene una iglesiota con su propio cura a los peones de su latifundio, pero no escuelas. Y es que el gachupín mexicano que gobierna México necesita esclavos, no trabajadores inteligentes. Eso nos da una idea del exagerado grado de explotación a que somos sometidos por los ladinos, pues si hasta el encomendero y presidente del país es irredento explotador de marca registrada, ¡imagínese a los demás!

Pero bueno, se preguntarán los somnolientos lectores, ¿por qué nos es tan perjudicial la religión católica? Y yo se los explicare sin cortapisas para iluminación de ellos y de todos los votantes mexicanos, pues para eso estoy aquí, para sacarlos de sus dudas.

El peligro que contiene el catolicismo estriba en que los curas de la secta vaticana buscan siempre controlar, encadenar y moldear las mente de los niños, aún en conflicto con principios familiares, para explotarlos fácilmente después en cuanto empiecen a producir dinero. Recuérdese que el lavado de cerebro es técnica militar china (que recomienda inculcar lo que se deseé en los niños desde que tengan seis o siete años de edad). Los charros negros aprendieron bien y de primera mano el método citado, y lo han utilizado perversamente durante el último milenio en perjuicio de la infancia de todo el mundo, atándolos desde temprana edad a una religión que en realidad es avaricioso método político de explotación económica peor a lo que fue el sistema comunista, pues de éste hay escape, pero no de la secta católica.

Pongamos entonces las cartas (religiosas) sobre la mesa. Mencionemos primero que, desde hace al menos dos mil quinientos años, los mercaderes de Oriente Medio (judíos, árabes, persas, y hasta de más lejos como fueron griegos y romanos) ya habían hecho caminito a China. En esos siglos China era vibrante reverbero de ideas militares, religiosas y filosóficas. Por eso el Nuevo Testamento está plagado de principios tomados literalmente de las enseñanzas de Confucio.

Las tres religiones más extendidas en el mundo son el budismo, el islamismo y el cristianismo. Las tres religiones se dividen a la vez en varias sectas. El islamismo y el cristianismo han producido las sectas más oscurantistas (los talibán y los charros negros vaticanos, por ejemplo), porque tienden al monopolio religioso y se multiplican mejor (y hacen las peores matanzas de "herejes") cuando alcanzan el poder teocrático de cualquier país. Entonces ya pueden felizmente matar legalmente y en cantidades industriales a disidentes religiosos, o a simples criticones de su poder.

La Iglesia católica y la monarquía de Espanha, de hecho, tienen el eterno estigma mundial de haber cometido el genocidio más grande de la historia, sin más objetivo que la rapiña, en perjuicio de los aztecas y demás nativos mexicanos. Genocidio del cual México todavía no se recupera ni anímica, ni económica, ni culturalmente. Su excusa fue que dizque "los mexicanos hacen sacrificios de sangre a sus dioses." Pero luego procedieron los curas a sacrificar las vidas (quemándolos vivos) de los indígenas a su propio dios cristiano, matanzas que terminaron hace apenas unas décadas, años después de que le cambiaron el nombre a la Santa Inquisición. El catolicismo es, sin lugar a duda, la religión que más muertes ha causado con su avaricia en el mundo en general, y en México en particular.

Pero se ve y se siente que ya les anda a los curas por empezar otra quema de herejes en México que les reditué ganancias sin fin. Sueñan los vaticanos con apoderarse de la administración del país. Actualmente, con la llegada del PAN al poder presidencial mexicano, buscan los curas alcanzar lo que siempre han soñado, lo que no alcanzaron en cinco siglos: Un México teocrático. De hecho, miembros del gabinete presidencial panista y obispos han declarado ya por separado que el gobierno ideal en México sería un gobierno totalmente católico. Es decir, la teocracia católica en control de las mentes y el dinero de mexicanos de todas las edades. Para alcanzar ese objetivo trabajan intensamente en secreto desde Marta-y-Fox, hasta los más jodidos curas de pueblo.

(En la próxima columna detallaremos para la historia el desesperado papel que la histriónica esposa del actual presidente, Marta-María [Antonieta] de Fox, [ambos agentes encubiertos del Vaticano] está teniendo en la mafufa búsqueda de futura teocracia católica para México, preferiblemente con ella de presidenta. Y la Amigocha creé que nadie la ve.)

Por lo pronto, a manera de aperitivo, la Iglesia busca el control (y el rico presupuesto) de la educación pública en México, alegando que dizque "la ética católica" (cuál?) formará mejores ciudadanos mexicanos. Por lo pronto, ya convencieron los charros negros vaticanos a varios miles de tarugos padres de familia mexicanos de las supuestas "bondades" de tal pendejada cultural. Y le voy a explicar lo horrorosamente negativo de la religión católica, pues cuando yo doy el remedio también regalo el trapito. Allá usted si después de leer este artículo todavía se deja embaucar por los traicioneros charros negros. Después de todo, cada quién hace de su culo un papalote. O lo que es lo mismo, nadie tiene derecho (excepto curas y talibán, según ellos), a imponer sus ideas a sangre y fuego en otros.

Dicen en China que, en general, el objetivo de la religión es proveer de techo, comida, y maestros capaces y adecuados a quiénes buscan la propia perfección espiritual. Para ellos inventaron los chinos, hace aproximadamente dos mil años, monasterios para los hombres y conventos para las mujeres, todos subsidiados por el gobierno. Los templos, ya sea individuales en ciudades y pueblos, o como parte de monasterios, son para que en las dos o tres celebraciones religiosas anuales, el público asista a ofrecer incienso o pedir deseos a las deidades de su preferencia. Pero los monjes que atienden al publico tienen prohibido predicar su religión, pues su función es prestar un servicio público a la sociedad, no hacer negocio con lo divino. El público puede, desde luego, visitar los templos las veces que deseen, y hasta confesar sus problemas a los dioses pero dirigiéndose directamente a ellos, ya que es ilegal que los religiosos escuchen problemas personales de la gente, algo que se podría prestar a chantajes. Todos estos principios fueron importados por los misioneros católicos que fueron a China dizque a "convertir herejes." Huelga decir que que los curas en Occidente utilizaron lo aprendido en el Oriente para hacer más rico al Vaticano.

Otra de las funciones de la religión en China fue, hasta antes de la República, enseñar los fundamentos de la civilización a gente pobre que no podía costearse maestros caros. Antes y ahora, también ha sido la función de monasterios tomar en adopción a niños huérfanos producto de guerras y hambrunas. Nada de "niños de la calle" por allá. Debido a la tradición de pensamiento liberal en las religiones chinas, la enseñanza a los niños a cargo de los monjes era y es muy cercana a la educación pública. Nada parecido a la enseñanza en escuelas católicas, educación perniciosa que aun hoy busca imponer el dominio político-económico de el Vaticano sobre los gobiernos locales, mentalidad explotadora religiosa estancada en la Edad de Piedra y que no debiera tolerarse en ningún país.

Por eso, cuando los misioneros católicos fueron al Oriente y trataron de imponer sus creencias y controles medievales en aquéllos pueblos, fueron violentamente rechazados por los gobiernos de la región. Allá no agarraron pendejos como en México. Por ejemplo. En un año, de 1637 a 1638, el gobierno japonés ejecutó a treinta y ocho mil japoneses cristianos, especialmente católicos, convertidos por misioneros europeos y americanos. Lavados de cerebro por curas y reverendos, los conversos se rebelaron violentamente contra la autoridad demandando mano libre y privilegios para la Iglesia católica y demás sectas cristianas. Desde entonces, jamás volvieron los gobernantes japoneses a permitir la infiltración de ideas religiosas-políticas extranjeras en la mente de sus ciudadanos. Ése es el peligro de permitir que sacerdotes foráneos prediquen entre la gente libres de controles.

Precisamente por eso, aún hoy día, cuándo un país industrializado occidental ayuda económica o militarmente a un país débil, lo primero que demanda a cambio es mano libre a sus farfulleros predicadores cristianos, (más la libre proyección de películas made-in-Hollywood). Lavar del cerebro a el populacho es la mejor manera de debilitar y someter a un país, pues lo primero que enseña el cristianismo es la sumisión y "el perdón a las ofensas," cosa que previene alzamientos armados contra los conquistadores. (Las películas usualmente no tienen propaganda religiosa, pero imponen subliminalmente en los cinéfilos el temor al hombre blanco, ya sea militar o mercader de la dizque "raza suprema.")

Cuando la religión católica echa raices entre la gente de cualquier país, la presión del Vaticano para imponer sus directrices políticas tiene como consecuencia la brutal e incontenible destrucción de las creencias religiosas y dioses naturales (o nativos) de cada lugar, y la consiguiente imposición legal o ilegal de su "verdad." Por eso los curas primero embaucan a los más débiles, a los indígenas y campesinos, exterminándoles sus creencias e imponiéndoles el cristianismo para que éstos después derriben a los pocos que saben lo que es religión pero que quedan aislados en su fe hasta que eventualmente también caen en la red vaticana. La estrategia militar china recomienda la misma táctica en el campo político, pues es la esencia de la guerrilla. Es la táctica más efectiva para derribar religiones y gobiernos.

Pero y entonces, se preguntará más de un lector alarmado, si los curas nomás andan explotando nacos, quién cuida de enseñarnos buenos y prácticos principios verdaderos de religión? Pues nadie, de eso se trata. Por eso hay tanto desorden social, desorden que ya ha rebasado hasta a las estúpidas autoridades ladinas que por complicidad en el sometimiento de indígenas conquistados permitieron la expansión del autoritarismo católico. La iglesia prohíbe el derecho a disentir, el Gobierno foxista insiste en delegar la responsablidad del estado en materia de educación otorgándosela a la Iglesia, y nosotros le besamos la mano a los odiosos charros negros. Así nomás nunca la vamos a hacer.

¿Y ahora, como dice la fábula china, quién le quitará el cascabel al tigre sin perder la vida en la aventura?

Pues nosotros, porque por angas o mangas somos realmente las víctimas de tan maligna religión. Y tampoco se trata de masacrar curas mexicanos agentes del Vaticano, aunque se lo merezcan los infames por traidores a su propio país y a su gente, sino sencillamente de cortarles la línea de suministros dejando de ir a sus iglesias y de darles dinero, pues para comunicarse con los dioses bastan y sobran los rituales chinos. Ya lo dice la estrategia china:"Me autocondeno por errores del pasado, pero de hoy en adelante me prometo a mi mismo estar alerta contra calamidades futuras. Ya no me acercaré voluntaria e imprudentemente al avispón provocando yo mismo el doloroso aguijonazo."

Nosotros somos católicos porque los espanholes nos destruyeran las religiones que teníamos y luego nos impusieron a sangre y fuego la falsa religión católica, cómplice de los conquistadores. Pero el hecho es que si nos dieran a escoger una religión personal, escogeríamos una que no insista en enseñarnos "la verdad." Después de todo, es imposible para el ser humano saber por adelantado cuál es la verdad religiosa. Entonces deberíamos tener el privilegio de seguir la religión que nuestro corazón nos señale, no la que nos prediquen cuchillo en mano los curas católicos y los reverendos de diferentes sectas cristianas. El ciudadano mexicano debiera ser libre de escoger su religión sin ataduras a declaraciones públicas babosas del presidente Clavillazo Fox ("El pueblo mexicano es católico"), sin influencia de la propaganda cristiana en los medios de comunicación, ni mucho menos convencidos por predicadores ignorantes que toquen nuestra puerta Biblia en mano. Tampoco deberíamos tomar en cuenta la conveniencia económica al escoger una religión, digamos una religión que requiera de nosotros la explotación de otros seres humanos.

Todas las cosas tienen un lado maligno, y ni todos los santos ni pontífices del mundo podrían cambiar la realidad. Si hasta los santos pueden ser perversos, muchos más podría serlo cualquier creyente. Si Juan Pablo Two, viviendo en el mismísimo Vaticano, centro de su religión, es capaz de venir a mentirles a los mexicanos diciendonos que "Es bueno ser pobre," pues entonces ya ningún religioso es digno de crédito. Y si los antecesores de Juan Pablo 2, pontífices de la religión más extendida del mundo, no lo pensaron dos veces antes de aliarse con monarcas represores y con conquistadores genocidas con tal de alcanzar poder terrenal desmedido "en nombre de Dios," aunque fuera en perjuicio de naciones y continentes enteros, entonces nada bueno se puede esperar de los curas.

Causar ruina y miseria a la gente con la religión en vez de ayudar al mundo con ella, es un crimen imperdonable de los jerarcas católicos pues dañan a la religión en general y dañan a la humanidad con su sucia conducta. Por eso el clérigo alemán Lutero ayudó a desenmascarar el fraude religioso católico al denunciar que el Papa Leo X se hacía rico sin capital vendiendo indulgencias de papel con promesas de redimir pecados más falsas que los pelos rubios de Marylin Monroe. No es que otros jerarcas catolicos no hubieran querido desenmascarar a los pontífices desde mucho antes, lo que pasa es que el Cielo escogió a Lutero para destruir la avaricia de los obispos y cardenales, pues desde entonces el poder pontificio disminuyó rápida y considerablemente.

Los hombres dañan más a los hombres, no la religión. El problema es que así como debe haber religión, también debe haber sacerdotes. El chiste está en saber discernir cuando los sacerdotes no tienen nada de religiosos y si mucho de militares, políticos, banqueros, conquistadores, pervertidos sexuales y dictadores. Por eso hay que evitar lo más que se pueda el contacto con curas católicos, predicadores de una religión falsa opuesta a lo que es correcto. O pagar las consecuencias, así como las está pagando hoy el pueblo mexicano.

Porque las teocracias no son religiones, sino grupos de tramposos disfrazados de religiosos buscando engañar gente controlándola por medio de su burda religión. ¿A quién se le ocurre creerse babosadas como el cuento del Arca de Noé? Bueno, pues eso enseñarán los curas en las escuelas mexicanas. Por eso el despreciable Maquiavelo alegaba que el gobernante déspota debería ver solamente por sus propios intereses y procurar que los ignorantes abunden y los inteligentes escaseen Por eso precisamente buscan Vicente Fox y el Papa apoderarse de la educación en México.

Pero si los curas son criminales con sotana, cómo pueden predicar el Evangelio a los supuestos pecadores? Ay de nosotros entonces si permitimos una teocracia mexicana, porque "Lo que hagamos mal hoy, será la raíz de nuestras calamidades el día de mañana."

Usted dirá lo que hacemos.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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